domingo, 12 de diciembre de 2010

editorial noviembreEDITORIAL NOVIEMBRE/2010

ESE HOMBRE

No dábamos ni “cinco” por él. La mayor parte de quienes lo votamos, lo hicimos para que no ganara menem de nuevo. Igual ganó pero, por esas cosas de la hitoria, el innombrable se bajó y nos encontramos con un presidente casi desconocido que aseguraba, cuando no, que no iba a dejar las convicciones en cuanto asumiera el poder.
Lo dejamos hacer con escepticismo. Ese hombre nos resultaba extraño. Sus dificultades con el lenguaje, sus ojos difíciles y, por qué no, sus maneras reñidas con el protocolo nos ponía en guardia.
Que quiere que le diga, no parecía un presidente.
Cuando nos dimos cuenta que de verdad estaba gobernando, éste país, nuestro país, era otro.
No vale la pena contar lo que ya sabemos que hizo, lo esencial es que puso de manifiesto, tocando todos los botones como niño con juguete nuevo, la posibilidad de la voluntad política.
Nos recordó lo que el terror y el neoliberalismo nos habían desdibujado: el poder se ejerce desde la voluntad o se delega en el enemigo.
Nestor Kirchner decidió plantarse frente a los poderes fácticos y conmover así las raíces de nuestros temores más viejos. Resulta ocioso preguntarse por qué lo hizo. Quizá porque tuviera menos aliados que votos y tratara de ganarse a la población o, a lo mejor, porque de veras creyera en los principios que enumeraba. Lo cierto es que nos cambió y su muerte nos conmueve.
Ahora, apoyemos o no el proyecto del gobierno, sabemos que es posible ser como nación si los habitantes se conmueven, construyen y participan. Nada cambia sino sentimos que el destino nos pertenece y vamos por él.

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